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miércoles, 22 de junio de 2011

¡Y LLEGÓ EL JUICIO FINAL!


    Hete aquí que llegó el 2012 y se cumplió la profecía de los mayas, o sea que todo se fue al cuerno. En la Comunidad Autónoma de Madrid, Dios organizó el tribunal para juzgar a todos los que iban llegando a las puertas del cielo, que, como os podéis imaginar, eran legión. A la cabeza de todos ellos estaba Esperanza Aguirre (faldita de volantitos, maquillaje de corista trasnochada y luciendo la más boba de todas sus sonrisas bobas) quien fiel a su costumbre y como ya había hecho con las listas de espera de la Seguridad Social cuando tuvo que operarse de un cáncer de mama, hizo valer todas las influencias para ponerse la primera en la cola. Pegados a ella iban todos los miembros de su gobierno, detrás todos sus votantes, y por último los que no la habían votado.
   
--¿Así que tú eres la Espe? –le preguntó Dios.
    --Sí, Señor, así se me conoce.
    --Y dime, Espe ¿cuáles son tus méritos para ocupar un sitio en mi corte celestial?
    --Bueno –dijo ella sacando pecho--, en primer lugar, yo soy marquesa.
    --Ah, bueno, esos títulos aquí no tienen ningún valor ¿sabes?
    --Pues si que empezamos bien… --dijo la Espe para sus adentros--. Bueno, además, soy la presidenta de Madrid.
    --Ah, sí… me habían llegado rumores. Y dime, hija ¿qué has hecho por tu Dios mientras lo fuiste?
    --Pues he dado mucho dinero para que se construyeran colegios religiosos y he dado subvenciones a las fundaciones católicas y he financiado visitas del Papa…
    --¿El Papa? ¡Ni me lo nombres! Ése lo único que hacía era acumular activos financieros y canonizar a diestro y siniestro en lugar de combatir el hambre en el mundo.
    --Vamos de mal en peor… --a estas alturas la Espe ya no las tenía todas consigo--. Pero, Señor, yo creía que él era tu representante en la Tierra.
    --Eso era lo que iba diciendo por ahí para llenar las arcas del Vaticano… ¿Acaso te enseñó algún contrato?  Y dime, hija, a esos colegios que financiaste supongo que iban los necesitados para que, además de una educación atendierais a sus necesidades más básicas.
    --¡Qué va, Señor! A esos Colegios, que recibían dinero público para mayor gloria de Dios, iban sólo los que podían pagar. Para los otros estaban los colegios públicos. A esos centros iban los hijos de los inmigrantes y los que eran pobres por su mala cabeza.
    -- Y dime, hija, creo que mientras tú gobernabas la Comunidad de Madrid había un presidente en España que se llamaba Zapatero y que promulgó una ley que se llamó Ley de la Dependencia que proveía a la atención de los enfermos y minusválidos.
    --Ah, sí, Señor. Yo nunca la apliqué.
    --¿Y por qué no, hija mía?
    --Pues para darle en los morros al tal Zapatero.
    --¿Y por darle en los morros a Zapatero dejaste que la gente que tenía derecho a ser atendida viviera y muriera en condiciones inhumanas?
    --Bah, ya se las arreglarían. La gente no hace más que pedir y no se le pueden dar todos los gustos.
    --Bueno, Espe, hija mía, y ¿quiénes son todos estos que vienen detrás de ti?
    --Ah, son los miembros de mi gobierno que me ayudaron en la difícil tarea de administrar la Comunidad de Madrid. Y más atrás están los que me votaron.
    --Ah, claro, supongo que te votaron antes de saber que tú tomarías todas estas medidas de las que me has hablado. Seguramente les mentiste sobre lo que ibas a hacer.
    --¡Claro, Señor! Pero, sabes –dijo Esperanza con tonito cómplice--, además me volvieron a votar otra vez cuando ya había hecho todas esas cosas y cuando sabían perfectamente que mentía.
    --Ya veo, ya veo. Pues mira, tú, los miembros de tu gobierno y todos estos necios que te han votado, vais a ir por ese caminito de la izquierda y os iréis a reunir con el Papa y con los miembros de la Conferencia Episcopal Española. Prestad mucha atención en el primer cruce. Tenéis que tomar por donde dice Infierno privatizado,  seguro que allí os encontraréis como en casa ya que está gestionado por Florentino Pérez y por otros representantes de las empresas constructoras. Os lo he reservado especialmente para todos vosotros por no poner en práctica los principios que Jesús predicó en la Tierra por indicación mía: la caridad, la compasión y la verdad. ¡Hala y que os den! ¡Menuda tropa!

Emma García

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